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Cien años después de su muerte, en la ciudad persiste un conjunto de lugares particularmente evocadores vinculados al nombre de Stefano Bardini, que comienza en la margen izquierda del Arno, poco más allá del Ponte alle Grazie, para subir a la colina de Montecucco (o Montecuccoli) y culminan con el increíble castillo de Torre del Gallo, exquisitos y prodigiosos testigos de su buen gusto por el arte y la belleza.
El Museo Stefano Bardini, un museo cívico dedicado a él, que alguna vez fue su tienda extremadamente refinada, fue donado por el anticuario a la ciudad de Florencia en su testamento y hoy es un extraordinario tesoro de obras maestras de todo tipo, incluida la Caridad de Tino da Camaino, la Madonna dei Cordai de Donatello, San Michele Arcangelo vence al dragón de la familia Pollaiuolo o al Atlas de Guercino.
El trazado actual es fruto de una intensa actividad de estudio y restauración que duró diez años (1999-2009) y sigue el proyecto original deseado por su fundador. La renovación permitió volver a exponer toda la colección Bardini en las formas y colores deseados por el anticuario. Sobre evocadoras paredes azules, las obras están ordenadas por géneros, según un preciso canon estético y escenográfico. Una sala alberga los hallazgos del Museo Cívico. Las piezas expuestas revelan el estrecho vínculo con la ciudad y proceden del desmantelamiento del casco antiguo de la ciudad que tuvo lugar en 1881 y de las iglesias adquiridas por el Ayuntamiento tras la supresión de los órganos eclesiásticos en 1886. En la misma sala también se encuentran importantes símbolos de las ciudades como el Porcellino de Pietro Tacca y el Diavolino de Giambologna.
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